miércoles, 19 de abril de 2017

La verdad es que estás buscando a tus ancestros en tu pareja


Un estudio realizado en Estados Unidos halló que sus participantes, que incluyeron tres generaciones, tendieron a escoger como sus cónyuges a las personas que compartían sus mismos ancestros, aunque los investigadores notaron que esa tendencia ha ido cayendo con el transcurso del tiempo.

Los investigadores Ronnie Sebro y Gina Peloso, de la Universidad de Pensilvania, Josée Dupuis, de la Escuela Universitaria de Salud Pública de Boston, y Neil Risch, de la Universidad de California, fueron los autores del estudio publicado en la revista especializada PLOS Genetics.

Los científicos analizaron tres generaciones de blancos del Framingham Heart Study (FHS, por sus siglas en inglés: Estudio del Corazón de Framingham), un proyecto del que forman parte los residentes de la ciudad de Framingham, en el estado de Massachusetts.

Ese proyecto fue creado en 1948 por el Instituto Nacional del Corazón de Estados Unidos y cuenta con el apoyo de la Universidad de Boston para profundizar en el conocimiento de las enfermedades cardiovasculares en esa región del país.

Sebro, Dupuis y Risch usaron el genoma de los participantes del estudio para caracterizar su ascendencia genética.

“Hemos conducido el primer análisis multigeneracional de los patrones de unión para una población estadounidense, basados en los participantes del FHS”, señalan los investigadores.

El estudio incluyó más de 8,000 participantes : 962 de ellos pertenecientes a la primera generación, 3,576 a la segunda, 3,872 a la tercera y sus respectivos cónyuges.

De acuerdo con expertos, este tipo de estudios es importante porque ayuda a la comprensión de la estructura genética de poblaciones específicas, lo cual es clave en los estudios genómicos.

Hallazgos
“Nuestros hallazgos son significativos por una variedad de razones: reflejan los patrones demográficos que han ocurrido en los últimos 60 años y revelan cambios en esos patrones a lo largo del tiempo; documenta las implicaciones genéticas de los patrones de uniones y sus cambios en el transcurso del tiempo; y provee una advertencia sobre las suposiciones potencialmente simplistas en el planteamiento de modelos genéticos de poblaciones humanas”, añaden.

“Al examinar las parejas de cónyuges, se observó que los individuos de ascendencia del noroccidente y sur de Europa y asquenazí escogieron con preferencia cónyuges de la misma ascendencia, sin embargo, el grado de endogamia disminuyó en cada generación sucesiva, especialmente entre los europeos del noroccidente y del sur”, indica el estudio.

De acuerdo con Sebro, Dupuis y Risch, las preferencias a la hora de escoger pareja reflejan varios factores entre los que se incluyen: la demografía, la clase social, la nacionalidad, etnia, religión , rasgos antropométricos como altura y peso así como también características del comportamiento.

Los hallazgos claramente documentan la fuerte endogamia que existió en Framingham antes de la Segunda Guerra Mundial .

“Esos patrones podrían también reflejar características del vecindario y la tendencia a que las uniones ocurrieran localmente. Uniones entre participantes con ascendencia del noroccidente y del sur de Europa no eran relativamente comunes en la población original, pero aumentó en las generaciones subsecuentes”.

A los investigadores les gustaría profundizar este estudio y ver si sus hallazgos se pueden extrapolar a otros grupos poblacionales de Estados Unidos y de otros países.

Sistema inmunológico
Este no es el primer estudio científico que intenta entender cómo escogemos nuestras parejas. En 2016, otro estudio halló que a la hora de conseguir pareja sexual nuestro sistema inmunológico juega un papel clave.

Una investigación publicada en Nature , una de las revistas científicas más prestigiosas del mundo, concluyó que buscamos parejas sexuales con un antígeno leucocitario (HLA) humano muy distinto al nuestro.

Este sistema, al que se le conoce también como complejo mayor de histocompatibilidad (MHC), permite a nuestro cuerpo diferenciar entre nuestras células y células peligrosas como virus o bacterias. Es pues la piedra angular sobre la que nuestro organismo desarrolla su sistema de defensa.

Entonces, aunque suene curioso, la atracción de nuestros cuerpos está en relación directa con los anticuerpos de la otra persona .

El HLA “se relaciona con nuestra sexualidad y con nuestro deseo de procrear”, señala el estudio que analizó la conducta sexual de 254 parejas.

Lo que descubrieron es que mientras mayor era la diferencia entre sus antígenos leucocitarios, el deseo no solamente parecía mayor sino también la satisfacción sexual. La razón tiene que ver con la supervivencia de la especie.

Los investigadores encontraron que las parejas (o animales) con un HLA distinto “incrementan la posibilidad de que su descendencia tenga resistencia a un número mayor de enfermedades”.

(FUENTE: laraza.com)

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